Opinión

Armenia, una espina clavada para la islamización de la región

Esto está ocurriendo hoy: una limpieza étnica, y la mayoría del mundo ni se ha enterado.

El continuo bloqueo del corredor de Lachin por parte de Azerbaiyán provocó una crisis humanitaria. Los 120.000 armenios se quedaron sin acceso a alimentos, medicamentos, gas y electricidad. El corredor de Lachin —la carretera de la vida— era la única vía que conectaba a los armenios de Artsaj (Nagorno Karabaj) con la República de Armenia.

El 24 de septiembre comenzó el exilio forzado de la población de la República de Artsaj hacia Armenia. Desde entonces, debido al caos y los atascos de más de 100 km en la carretera Stepanakert-Goris, la situación no ha hecho más que agravarse. Además, la explosión en una gasolinera causó otra tragedia, con numerosos muertos, en pleno éxodo. Según el Gobierno armenio, el 26 de septiembre el número de desplazados superaban los 13 000. Además, miles de civiles en Artsaj tienen necesidades humanitarias extremas, ya que muchos están separados de su familia.

 “A los armenios les debemos una explicación”, reconoció en una entrevista el escritor Gonzalo Hernández Guarch. Tiene sus razones para opinar así; basta con repasar la historia de este territorio.

fotos; Araz Hadjián
foto; Araz Hadjián
Armenia, una espina clavada para la islamización de la región

Artsaj está poblada desde probablemente el Neolítico, y las primeras pruebas de civilización en esta región comprendida entre los ríos Kura y Araxes se remontan a la época de los asirios (800 a. C.). Desde tiempos inmemoriales, Artsaj está unida a Armenia por lazos culturales, históricos, étnicos y lingüísticos.

A principios del siglo IV, el cristianismo se extendió por Artsaj, que constituye el antecedente legendario de la presencia armenia en el Karabaj. Cien años más tarde, y gracias a la creación del armenio escrito, se vivió un florecimiento cultural en toda la región, que resultó particularmente fructífero en Artsaj, donde el Monasterio de Amaras se convirtió en un gran foco de conocimiento —hoy este enclave histórico ha quedado bajo control de Azerbaiyán—.

En los siglos XI y XII, el Principado de Artsaj fue invadido por los turcos seleúcidas, aunque consiguió mantener su independencia. Más adelante, entre 1230 y 1240, los tártaros y los mongoles invadieron Transcaucasia. Artsaj consiguió evitar su destrucción en un primer momento, aunque a partir de la segunda mitad del siglo XIII fue saqueada en gran parte. Desde el punto de vista demográfico, según un estudio realizado en 1823 por las autoridades imperiales rusas, la población armenia de esta región residía casi íntegramente en el Alto Karabaj y la presencia musulmana era minoritaria.

En un episodio poco conocido, tras la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial, tropas británicas ocuparon el Cáucaso Sur en 1919. El mando militar apostó por el candidato azerí y mantuvo como gobernador general de Karabaj y Zangezur a Khosrov Bey Sultanov, previamente nombrado por Azerbaiyán, todo ello en espera del resultado final de la Conferencia de París.


La ocupación británica duró hasta abril de 1920. Pocos días después, estalló la revuelta comunista en territorio azerbaiyano, y el 28 de abril se proclamó la República Soviética de Azerbaiyán. Inmediatamente, las tropas rusas entraron en Bakú. En junio de 1920 se firmó un armisticio entre Armenia y Azerbaiyán, en el que esta última aprovechó para reclamar la cesión del Alto Karabaj, Zangezur y Najicheván. Aunque Armenia recibió suministros militares de Gran Bretaña, la presión de las fuerzas turcas, que habían iniciado la guerra contra Armenia y atacaban por el sur, obligó al Gobierno armenio a ceder parcialmente en las negociaciones.

El 2 de diciembre de 1920 se firmó el Tratado de Gyumri, también llamado de Alexandropol, que puso fin a la guerra entre Turquía y Armenia. Este estableció la renuncia armenia a todos los distritos de Asia Menor, a Kars y Ardahan, y el reconocimiento de la República Soviética de Najichevan, recién creada.

El 18 de marzo se proclamó la República Soviética de Georgia y el 2 de abril, la de Armenia. Poco después, el Ejército Rojo se apoderó de toda la región. La solución soviética en primera instancia fue de orden geopolítico. La creación de una Federación Trascaucásica por encima de etnias, nacionalidades y lenguas, que taponara la entrada caucásica hacia Rusia desde Turquía e Irán, pareció la solución políticamente más acertada. Sin embargo, la realidad se impuso y este ente político se demostró ingobernable. Así que, poco después, las autoridades soviéticas dividieron la federación transcaucásica en las tres repúblicas federativas soviéticas de Azerbaiyán, Armenia y Georgia.

A continuación, los bolcheviques crearon una oficina especial para el Cáucaso — conocida como Kavburo— con siete miembros, presidida por el georgiano Josef Stalin. Según fuentes documentales soviéticas, esta entidad decidió, por cuatro votos contra tres, asignar el Karabaj a Armenia. Pero al día siguiente, por presiones del propio Stalin, esta decisión fue revocada y el territorio fue integrado en Azerbaiyán. Para dicha revocación, Stalin arguyó tres aspectos: que era necesaria en aras de la paz entre armenios y azeríes, para fortalecer los lazos económicos de la región con Azerbaiyán y, aparentemente, para complacer a la Turquía kemalista, que en ese momento se encontraba a las puertas del Cáucaso meridional y podía avanzar hacia el Caspio.

En 1923 se creó la Región —Oblast— Autónoma de Nagorno Karabaj, en el seno de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Es significativo resaltar que, en ese momento, el 94 % de su población era armenia. De hecho, Artsaj nunca fue poblado por los azeríes, ni siquiera durante los 70 años de la URSS. Es más, después de su desintegración, en un referéndum el 99,98 % de la población votó a favor de su república.

Foto: Araz Hadjían
Foto: Araz Hadjían
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Foto: Araz Hadjían
Foto: Araz Hadjían
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Foto: Araz Hadjían
Foto: Araz Hadjían
Foto: Araz Hadjían
Foto: Araz Hadjían

Una vez conocidos los antecedentes históricos de la región, resulta preocupante la situación del periodismo internacional en la actualidad. La desinformación ha existido siempre, desde el mismo momento en que se cobró conciencia de la influencia de los medios comunicación en la opinión pública. En cambio, sí es nuevo y realmente amenazador el hecho de que la desinformación se propague con una celeridad y amplitud inauditas, en gran parte por plataformas digitales. Durante años la propaganda turca, con la ayuda de Azerbaiyán, creó una imagen muy negativa del pueblo armenio como sinónimo de víctima, separatista... Esta estrategia —después de masacrar a más de 1,5 millones de armenios en el genocidio de los años veinte, la guerra de 1992-1994, la de los Cuatro Días y la de 2020— ha tenido siempre un único objetivo: completar el proceso de panturquismo.

por Anush Sukiasyán