Un alma musical al servicio de la tradición: entrevista con Marianna Gevorgyan, virtuosa del qanón

Marianna Gevorgyan no solo es una intérprete de qanón (instrumento tradicional armenio de cuerdas), sino también una artista profundamente comprometida con la preservación, difusión e innovación de la música ancestral. Su virtuosismo, sensibilidad y formación académica se combinan con una visión artística moderna que la ha llevado a los escenarios más prestigiosos. Desde la música académica hasta las producciones teatrales, su versatilidad y entrega convierten cada una de sus interpretaciones en una experiencia inolvidable. Es un verdadero honor y placer entrevistar a una artista tan rica en cultura, talento y humanidad.

1. Ganaste el Gran Premio en el World Folk Vision 2020, una iniciativa cultural global y uno de los festivales-concursos más importantes de culturas y artes nacionales, destacándote entre más de 4.000 participantes de todo el mundo. ¿Cómo impactó esta victoria en tu vida artística y profesional?
Es un gran orgullo y alegría haber sido la ganadora entre 4.000 representantes de 115 países y obtener el Gran Premio. Me hace muy feliz saber que el arte elevado y el talento que representé fueron valorados entre potencias mundiales. Para cualquier artista, ganar el premio principal en una competición internacional es una conquista significativa: valida años de trabajo arduo, el camino recorrido y el estilo propio construido, estableciendo un nuevo nivel de excelencia y motivando a alcanzar nuevas alturas.
2. Colaboras activamente con el conjunto de música antigua “Tagharan” y participas en producciones teatrales que utilizan instrumentos tradicionales. ¿Qué escenario sientes más cercano a tu alma: el teatro o la sala de conciertos? ¿Y por qué?
Desde 2012 formo parte del conjunto de música antigua "Tagharan", dirigido por el maestro Sedrak Yerkanyan. Desde temprana edad he trabajado con distintos maestros, tocado en orquestas y organizado conciertos con mis colegas músicos, lo cual me ha permitido recorrer un largo camino escénico y consolidarme como música con un estilo propio.
Tengo un vínculo muy profundo con Tagharan. A lo largo de los años, el maestro ha adaptado muchas obras para el qanón, y cada vez que interpreto nuestros tesoros nacionales, desde los sharakans (cantos litúrgicos) hasta composiciones contemporáneas, lo hago con gran responsabilidad y placer, con un sonido académico en escenarios académicos. Hablar de mi trabajo con Tagharan es hablar de algo infinito…
También me siento profundamente unida al teatro. Allí interpreto el instrumento tradicional japonés koto, siendo la única intérprete en Armenia de este instrumento. El poder mágico del escenario solo puede comprenderlo quien tiene verdadero talento o un don especial; ese es el artista. Todos pueden estar en un escenario, pero solo unos pocos tienen la misión de transmitir el arte verdadero. Lamentablemente, en nuestros días el arte elevado queda opacado por espectáculos de baja calidad que llenan la atención pública con vulgaridad.

3. A menudo actúas tanto en solitario como en colaboración con orquestas y conjuntos. ¿Cuál consideras la principal diferencia entre una interpretación solista y el trabajo colectivo en el escenario?
Amo mi profesión porque no es solo un trabajo para mí, es mi vida, y la vivo en el escenario, dándole vida a través de la música. Incluso si en una obra de conjunto tengo que tocar una sola nota, un arpegio o un glissando, debe sonar como lo haría Marianna Gevorgyan. He ensayado durante horas, incluso días, para conseguir el sonido exacto que deseo.
Valoro profundamente el trabajo en equipo, la mentalidad colectiva, y también disfruto mucho el formato solista con orquesta y director. Cuando todo está en armonía, el solo se eleva. Todo requiere una gran preparación física y mental, y un alto nivel de profesionalismo. Cada actuación en solitario es el resultado de un largo trabajo en grupo.
Pero cuando el artista está solo con su música y su yo interior, sin orquesta ni director, el escenario se convierte en un espacio universal: es solo del artista, y el artista se vuelve parte de la humanidad.
4. Interpretaste el raro Concerto Grosso del compositor tayiko Tolibkhon Shakhidi junto a una orquesta de cámara. ¿Cómo abordas la interpretación de composiciones tan únicas para el qanón?
Cuando recibí la propuesta del director de la orquesta de cámara y supe que el compositor tayiko Tolibkhon Shakhidi (discípulo de nuestro gran Aram Khachaturian) había escrito un Concerto Grosso para qanón, violín y orquesta de cámara, me interesó profundamente saber cómo había creado esta obra.
Después de estudiar la partitura, contactamos con el compositor, quien me dio total libertad para improvisar en las secciones solistas del qanón. Durante nuestras conversaciones, recordaba con cariño y respeto las enseñanzas de Aram Ilich, quien le aconsejaba nunca perder su identidad nacional. Un momento especialmente emocionante fue cuando escuchó mi improvisación y exclamó: “¡Son motivos completamente armenios!”. Me llenó de alegría.
Siempre me gusta explorar nuevos caminos sin perder nuestra esencia nacional. Una vez, al ver el órgano en la Casa de Música de Cámara, soñé con un proyecto para qanón y órgano. El compositor Yervand Yerkanyan adaptó entonces el himno de Sahak Dzoraporets "Vor nshanav amenahght", que interpretamos como estreno. Esta pieza ha sonado en muchas emisoras internacionales y fue muy bien recibida por melómanos armenios y extranjeros. Desde entonces, se han difundido otras colaboraciones entre órgano y diferentes instrumentos.
El compositor Vardan Adjemian también escribió una preciosa obra titulada “La danza de las muchachas” para qanón, piano y orquesta, que tuve el placer de interpretar como estreno con el conjunto “Tagharan” y el maestro S. Yerkanyan al piano.
5. Tu camino en la música comenzó mucho antes de llegar a los grandes escenarios. ¿Qué te inspiró en tus primeros años y quién tuvo la mayor influencia en tu desarrollo como artista?
Nunca he hecho nada esperando reconocimiento. En mis años escolares, iba alegremente a clase y a distintas actividades artísticas. Siempre fui excelente estudiante, pero nunca perseguí la fama ni el reconocimiento. Había en mí una pureza infantil: mis clases, mis juegos, y paralelamente tocaba en el conjunto de instrumentos tradicionales de la Filarmónica Infantil.
Con los años se fue formando Marianna Gevorgyan, intérprete de qanón. Estudié en el Conservatorio Estatal Komitas de Ereván, donde cursé licenciatura, máster y doctorado. He participado en varios concursos internacionales, obteniendo primeros premios y batiendo récords, además de organizar y participar en numerosos conciertos benéficos y giras musicales. En cada regreso me traía cartas de agradecimiento. Así, paso a paso, se construye un ARTISTA. He trazado mi propio camino, y ante todo, en cualquier circunstancia, me esfuerzo por ser una buena persona.
Desde La Voz Armenia deseamos a Marianna Gevorgyan muchos más éxitos, inspiración y reconocimientos en su noble misión artística. Que su música siga siendo un puente entre culturas, generaciones y corazones.