Opinión

Hacia el lenguaje jurídico claro: Armenia

El movimiento en favor de un lenguaje jurídico claro crece cada año y cada vez se suman más países a diferentes iniciativas internacionales para encontrar nuevas estrategias para convertir el lenguaje jurídico en un verdadero lenguaje ciudadano.

Hacia el lenguaje jurídico claro: Armenia

Según el filólogo Alberto Gómez Font, todos los hablantes del español no somos de la misma raza: hay hablantes del español de muchos colores y lugares, y que hablan españoles diferentes con distintas entonaciones, músicas... Con otros idiomas ocurre lo mismo. Por su parte, el sociolingüista Rafael del Moral afirma que en todos los idiomas hay variantes, a veces muy marcadas, como en el árabe o el hindi, y otras muy cohesionadas en la escritura, como en el español. Un ejemplo es el bretón, que se habla en un territorio de pequeño tamaño y tiene siete variantes... En el caso del armenio, estamos ante un idioma pluricéntrico que tiene dos formas estandarizadas modernas: el armenio oriental y el occidental. La característica más distintiva es el hecho de que el occidental ha sufrido varias fusiones fonéticas debido a la proximidad de las comunidades de habla turca y árabe. Teniendo en cuenta lo anterior, podemos afirmar que el lenguaje claro en general también puede ser «de muchos colores y sitios», y que hablamos en lenguaje claro con «distintas entonaciones y músicas».

El lenguaje jurídico claro ha llegado a Armenia para quedarse

Como representante de Armenia en Clarity, The International Association of Plain Legal Language (Asociación Internacional del Lenguaje Jurídico Claro), fui pionera al exponer en Armenia el tema del lenguaje claro en general y el lenguaje claro jurídico en particular. El desconocimiento crea rechazo y aversión, y, en este caso, no fue una excepción. Agradezco profundamente a la directora del único departamento del español, Hasmik Baghdasarián, y a la traductora Meri Sukiasián su apoyo incondicional y por considerarlo «una buena iniciativa». Muchos profesionales describieron el lenguaje claro como una corrección de estilo, y los que nos dedicamos a su estudio sabemos bien que no lo es. En definitiva, en el caso de Armenia todavía queda por recorrer un inmenso camino en la aplicación y uso del lenguaje claro.

En Armenia, país en el que casi nadie habla del lenguaje claro, curiosamente aparece en el artículo 36.2, aprobada en 2002 sobre los actos jurídicos de la República de Armenia, lo siguiente: «El lenguaje de los actos jurídicos debe ser preciso, claro y accesible. En los actos jurídicos no se permite el uso innecesario de palabras y expresiones obsoletas y ambiguas, comparaciones figurativas, alegorías, exageraciones, palabras o frases metafóricas, connotaciones ocultas, así como el uso de extranjerismos. En los actos jurídicos, en caso de usar una palabra polisémica, debe definirse en qué sentido se usa la palabra mencionada». Resulta todavía más sorprendente que, desde 2018, este apartado deja de aparecer en el artículo 36.

Los requisitos para la estructura de los actos jurídicos se legislaron por primera vez en Armenia en 1998. La siguiente etapa del desarrollo fue marcada por los cambios de la Constitución de la República de Armenia de 2005. Era necesario establecer estándares que asegurasen no solo la estructura de los actos jurídicos, sino también su claridad y precisión. En este periodo se dio importancia a la percepción pública del poder judicial y a la accesibilidad de la justicia. Se desarrollaron formularios de procedimiento civil que eran orientativos, no obligatorios, de documentos presentados ante el tribunal. Las reformas constitucionales de 2005 sirvieron también de base para el cambio de las decisiones de la Corte de Casación. Estos cambios no solo pretendían hacer los actos jurídicos uniformes y fáciles de entender, sino que tenían como objetivo llevar el discurso legal a un nivel más racional, accesible y alfabetizado. El lenguaje es un fenómeno cambiante influido por las relaciones públicas, y es obvio que el lenguaje jurisprudencial ha de ser revisado, mejorado y corregido constantemente. Cabe señalar que el uso preciso de las normas lingüísticas no es suficiente para crear actos jurídicos claros y de calidad.

Los cambios legislativos y los errores traductológicos se han convertido en una fuente de creación de unidades ajenas al pensamiento armenio. A lo largo de los años se han formado patrones de extranjerismos en los textos jurídicos que amenazan con eliminar las normas lingüísticas y patrones del armenio y que dificultan, sin duda, construir un discurso claro y comprensible.

Sabemos que el lenguaje es un instrumento importante para la creación y expresión del pensamiento y que debe usarse con cuidado y una enorme responsabilidad. El armenio es un idioma rico y flexible, y la elección equivocada de una palabra, una oración, incluso de un signo de puntuación, puede desempeñar un papel decisivo para que un acto jurídico no se integre con el pensamiento del idioma armenio. En el campo de la jurisprudencia se puede observar que se ha formado un orden social para el estudio de los derechos lingüísticos. A pesar de que se han creado leyes a lo largo de muchos siglos, todavía no existen reglas o normas estrictas para el uso del idioma. Creo profundamente que en un futuro muy próximo tendremos reformas de los códigos procesales con la inclusión de redacción en lenguaje claro, planes de estudio de carreras, incorporación como una asignatura obligatoria y diseño de cursos específicos relacionados con la claridad de la expresión escrita y oral, y, por supuesto, hablaremos sin miedo, sin complejos, y aumentaremos las publicaciones en lenguaje claro en armenio en las universidades y los centros educativos. En el caso de este país se necesitarán esfuerzos en varias direcciones para que ese cambio cree compromiso entre las instituciones, organismos y profesionales del campo para poder contribuir a fomentar la claridad lingüística como fundamento de los valores democráticos y de ciudadanía.